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domingo, 9 de noviembre de 2008

DESEO LA VERDAD NOVELADA SOBRE LA CRUELDAD SEXUAL DE LOS MARIDOS.


DESEO

RESEÑA ENSAYISTICA FEBRERO 2005

OSWALDO PAZ Y MIÑO J


En la agitación cimbreante de los carnavales. Hemos, en la “Vitrina de los Libros”, -original propuesta de este escribiente en esta Revista-, escogido para usted una novela de contendidos adultos. De lenguaje directo. Distante de los eufemismos. Que llama a las piezas y partes de los deseos sexuales humanos, por su nombre. Como suenan, huelen y hieren; y ofenden a ciertos pacatos, sobre todo a esos, que abren los ojos como platos y erizan sus pelos como espinas, cuando intentan pecaminizar tema tan humano y natural. Esos, que en privado, se autodesfloran. Son taimados que en sus cuevas mentales se desdoblan para gozar de lo que llaman pecado original. Esos, que impiden desde su atavismo el uso del preservativo y que con tal absurdo apuestan ganadores a la propagación del sida y a que los pobres, de los pobres, se llenen de hijos hasta el fin de los tiempos. Sin un plato de comida que rescatar, ni de los basurales.

“Quien podría imaginarse que el director, tras la Santa Misa, le baja las bragas a su mujer y mete primero uno, después dos dedos para ver si el agua ya llega al cuello. Me pregunto qué surge en las profundidades de los otros, queriendo estrecharse contra la alta dirección.”Pág. 119.

Material de carnalidad y sobresaltos. Letras con sabores de mujer. De faldas descosidas y bragas arrancadas. Espasmos de indignación, de género. Razones propias y válidas que a ratos, expulsan iracundia justificada. Párrafos sabios, de una escritora que denuncia claro y fuerte, sobre abusos cometidos a esposas o mujeres, llanamente, por sus poderosos, maridos o jefes, a los que solo interesa el consentir a su pene, sin pensar, porque el instinto, no alcanza a eso, en los derechos de ellas. En los deseos de ellas. En los reclames de sus cuerpos. En su corazón partido. En sus preferencias. En sus puntos sensibles. En su voluntad de follar con el que quieran y como quieran y cuando quieran. No obligadas, por la fusta, la necesidad del trabajo y la presión del todopoderoso. Sí, DESEO es un proyecto de libertad sexual; también lo es de libertad laboral .Claman en esta obra, los obreros explotados en las fábricas. Y los atrapados ,en una sociedad de consumo que explota, el sexo, y la fuerza de trabajo con inhumanidad que agobia. Sí, DESEO, desnuda las flaquezas de las leyes, burladas por los que más tienen. Las leyes aplicadas, solo para los de a pie. Las que dejan impunes a violadores, famosos, que tienen padrinos alcahuetes que encubren sus malas jugadas. Elfriede Jelinek de esto no se calla. No hace concesiones. En DESEO, abre todo lo que tiene que abrir, y de su prosa femenina, fluyen improntas de fuego que permanecerán por siempre.

Se escribe está crónica, en día feriado, en “La Casa del los libros”. Mr. Books, tienda cultural que nos da posada de cuando en vez, para el ejercicio de tipear las letras que en esta “Vitrina” se ven. Y entre amigos, libreros, y libros, copándonos por los cuatro costados, con los sentidos a flor de piel y una taza de café, aderezado con un dulzón “piña colada” intentaremos provocarles a romper sus esquemas, a repasar sus interiores propios, a enmendar rituales. A deshacer rutinas. A leer, DESEO, de punta a punta. A licuar sangre si es del caso. Porque está novela da para ello. Pueden las vocales y las consonantes de este tomo, juntas, convertirse en dardos que nos provoquen revulsivos de conciencia. Y por ellos, se nos despierten las alarmas que a tiempo eviten: naufragios y entierros o traiciones. Esto dicho cala, a hombres y a mujeres.

Si, a hombres y mujeres que somos seres de pasiones y transeúntes lechos. Unos más, otros menos. Unos radicalmente fieles. Otros vulnerables. A su aire, cada uno es cada uno. El amor trasciende el tiempo. Las parejas permanentes, o las casuales viven sus propios dramas todos los días. No hay reglas fijas para los disfrutes a dúo, todo puede darse si es mutuamente permitido. Nos desnudamos para dar y recibir placer. Para ser actores en el cuerpo propio y en el ajeno. Los encuentros, sin embargo no han de ser desiguales, en cuanto a los consentimientos. Los avances y los límites serán de consenso, en lo que tengan de dulces, en lo que tengan de violentos. Armonía y complicidad una receta que funciona, en los derroches sexuales. En los claroscuros de cada pareja.

El DESEO de uno, en contra, de lo que no desea el otro, mata. Elfriede Jelinek nos dice como. En esta novela de matices rojos, publicada por la casa Destino, en doscientas treinta y cuatro paginas lúbricas y eróticas. Letras. Húmedas de semen, y lágrimas. Tristes. Ironía y agonía. Crímenes que liberan de todo. Tinturas de sangre y gemidos. Una obra de contenidos fuertes, desgarradores, violentos y valientes. Dardos literarios apuntados al inconsciente masculino que tiene forma de pene. Y a las costumbres burguesas que encuentran en el dinero la solución a todos sus problemas. Narrativa producida en la mano de una mujer, única e irrepetible. Premio Nóbel de Literatura 2004. Austriaca, de sangre judía. Feminista en activo, dramaturga, poeta, y novelista cuya prosa irreverente os traemos por DESEO, Una novela, apetecible, sensual, de curvas interiores y exteriores dibujadas en las carnes de una dama madura, la protagonista y por la pluma apasionada, resuelta, mordaz, hiriente, de una escritora que no busca el burladero cuando dice lo que dice:

“Primero aprieta el rostro de la mujer contra su producto intimo, después la deja mirar su zona intima. Ella no quiere hacerlo, el amor lo exige. Tiene que cuidarlo, limpiarlo con la lengua y secarlo con los cabellos. Jesús ganó esa carrera cuando fue secado por una mujer. Por último, la mujer recibe un golpe en las posaderas, para cerrárselas, burda, la mano de su señor recorre sus entrantes y salientes, su lengua chupa la nuca, se le echa el pelo hacia la bañera, se le tira con violencia del clítoris, con lo que sus rodillas entrechocan y el culo le salta como una silla plegable, y también otras personas siguen su orden.” Pág. 38.

Novela escrita como una sinfonía. De varios movimientos, que pasan de los suaves a los intensos. La escritora, estructurada tiene la vida al alimón, con las letras y en los secretos de los pentagramas. Hace música con ellas. Contenido y léxico en DESEO, tienen batuta propia. Los vericuetos de una narrativa brutal, sobre una relación sadomasoquista no la arredran. DESEO, carga tintas contra esas uniones sostenidas en los colores de los billetes y de los andrajos que con ellos se consiguen ciertas féminas, a cambio de vender el cuerpo. Y no se habla de las putas. Sí, de las que no reconocen serlo y hacen lo que hacen por pago, en bienes, especie, imagen o fama.

Elfriede Jelinek se duele por su género, desde esa perspectiva y pone la pica en Flandes. Incita a las mujeres a quererse ellas mismas. A gobernar sus deseos y a parir autoestima, la que no ha se ha de perder por carencia de dinero, coche o joyero. O por los años que se vienen encima. DESEO, envuelve mucho, atrapa como las tenazas del amor en el momento del orgasmo. Lejos de la censura, DESEO se muestra. La novela bordea la crueldad humana y no es ella, cruel, por si misma. DESEO, rescata la opción transgresora de la mujer mal amada. Del amante furtivo que la entiende. O que terminará por liquidarla. Del riesgo que envuelven los tríos. De las opciones extremas a que obligan los dolores del alma y las marcas del cuerpo.

“Nunca perdonamos, pero no nos perdonamos tampoco a nosotras. Cuando con violencia queremos lanzarnos a los sentidos resonantes de otra persona, sencillamente no tiene sentido. Alguien más joven nos sustituirá pronto íntegramente, ¡al fin y al cabo, ha sido alimentado con la nueva dieta integral! ¿Y por qué yo? ¿Por qué yo con más de cuarenta tengo que tenerlo más difícil y ser más difícil que acunar que un niño, en las cadenas de los brazos de la báscula, que se apartan de mi? Cuando intentaba transformarme para cualquier alegría inesperadamente me había comprado un vestido nuevo. Pág. 166.”

Mujeres, este libro es un llamado a gritos a que dejéis de atentar contra vosotros mismas. Esposos, a tener claro que, la sede del sexo no ha de ser la vulva que se tiene en casa, utilizada solo para no contraer el sida en la calle. Riesgos peores se atraen cuando ellas se sienten utilizadas como instrumento de descarga seminal. DESEO, bien merece la pena leerse. Ojalá, nuestra recomendación, no haya sido tardía.

DR. OSWALDO PAZ Y MIÑO J cpaz2@andinanet.net