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domingo, 7 de septiembre de 2008

UN LIBRO PROHIBIDO, PARA INTOLERANES, PACATOS Y FANATICOS. TODOS LLEVAMOS UN DESEO FETICHISTA POR DENTRO.¿ CUAL EL SUYO?

7 de Septiembre de 2008
Biblioteca
El vestido rojo

COMENTARIO-ENSAYO-
DR. OSWALDO PAZ Y MIÑO J
PARA REVISTA CULTURAL ARTESDIARIO LA HORA.

Libro prohibido. Letras sin complejos, escritas con deleitante finura. Un relato envolvente, atrevido, sorpresivo, diferente. Realismo mágico en el buceo profundo por los insondables mares del fetichismo. Un punto y aparte, para no olvidar que todos somos, de alguna manera, fetichistas. Que nadie se haga el quite. El que tenga el coraje de negarlo que lance la primera piedra y luego se cubra de las que le irán de vuelta. Por pacato. En los laberintos que cruzan la mente humana, los fetiches nacen, crecen, se reproducen y mueren.

Desde el principio de los tiempos están con cada alma.Fetiche viene del latín facticius, “artificial”, y del portugués feitiço, “magia”, “manía”. Todos tocamos o pensamos fetichistamente alguna vez. Nos aferramos a la vida con una medalla en la mano; al "éxito", con una "pata de conejo" en los dedos; al recuerdo del ser amado y perdido, con una foto, que congeló su sonrisa para siempre y a la que no afecta el pasó del tiempo, ni la realidad de la muerte.

Y cuando se trata de piel, nos turban, nos envuelven, nos excitan: los olores, los colores, las transparencias, los dolores, las vergüenzas, las miradas, las cadencias, los andares, los desnudos, las pisadas, los tacones lejanos o de aguja; la ropa de cuero, las botas, las fustas, los guantes o delantales y las capas; las bragas y sus secretos, sus particularidades prohibidas para la vista, y siempre expuestas, para la trasgresión, para la provocación.

El fetichismo es un "don" de los vivos. Y hay uno del que ya hablaba Aristófanes en el diálogo Simposium. También El Banquete, uno de los de Platón, al que se refiere como el mito del andrógino y que dice así: "En primer lugar, tres eran los sexos de los hombres, no dos como ahora, masculino y femenino, sino que había además un tercero que era común a esos dos, del cual perdura aún el nombre, aunque él mismo haya desaparecido. El andrógino (hombre-mujer), en efecto, era entonces una sola cosa en cuanto a figura y nombre, que participaba de uno y otro sexo, masculino y femenino, mientras que ahora no es sino un nombre que yace en la ignominia."’

El vestido rojo’ es la prenda, el accesorio indispensable para el lector, que quiere cambiar el ritmo y romper esquemas. Un pequeño gran tomo que ha publicado Salamandra Editores, la ‘ópera prima’ del francés Robert Alexis, cuyas sedosas palabras decoran ciento veinte y cuatro páginas, de gran literatura. Llegue usted a la cresta de la ola de toda la novela escogiendo el ritmo.

El arsenal de fetiches para uso de los hombres y sus placeres es infinito; en todos los museos del mundo no cabrían, ni en todas las mentes. Que nunca le falte uno indispensable, un buen libro. Se lo dejo. Puede, sin embargo, causar adicción la lectura. Pruébelo.

Me ha llamado, señora? Sin responderme, me empujó hacia el interior del edificio, cerró la pesada puerta y allí, frente al alto espejo veneciano que decoraba el vestíbulo, se recogió la falda y me pidió que… Lo hice sin vacilar de pie, asiéndola firmemente de las caderas. Ella recompuso su atuendo y me hizo prometer que volvería al día siguiente, a la misma hora. Vivía sola, así yo no tenía nada de que temer. Desapareció detrás de la puerta enrejada del ascensor, de modo que me encontré de nuevo en la calle, con el corazón y el alma sumidos en una confusión inimaginable." Pág 18