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jueves, 15 de mayo de 2008

OLOR A MEDITERRANEO. "SON DE MAR".

A "Son de mar" con Manuel Vicent.
PUBLICADO DIARIO LA HORA 2002

Manuel Vicent, con este trabajo marino que hoy compartimos se hizo acreedor el día dos de marzo de 1999 al Premio Alfaguara de Novela, que a la sazón era el segundo que se otorgaba. En esa ocasión a concurso se presentaron más de setecientos postulantes. El escritor Valenciano, nacido en el mar Mediterráneo como proclama para sí Joan Manuel Serrat, impuso su estilo y su castellano para hacerse con tan honrosa presea y una no menos importante suma de dinero. Por sobre el mar tenemos desde acá más de 2 mil 800 metros y montañas de por medio, y sin que éstas sean obstáculos, en las últimas horas hemos navegado a cielo abierto, pleno y cercano al celeste inmenso de las aguas y a toda vela todos nuestros sentidos. Tanto que los salinos vientos, su eterno murmullo y su profundidad inmensa nos ha humedecido por dentro y por fuera. Se han producido en la travesía momentos mágicos, destellos, caídas de sol y oleajes, que solo nos han impulsado llegar al final de la lectura, a bordo de un bello libro que se ha mecido en nuestras manos, esparciendo en cada página el espacio mediterráneo su temperatura.


'SON DE MAR' es un título en movimiento, un libro lleno de misterios, de esos que envuelven amores plenos, pasiones delirantes, y efluvios de cuerpos que brotan en los encuentros de los sexos. En esos choques tales como los que el mar tiene con la arena, en aquellas cuevas a las que solo tienen acceso las más atrevidas olas. Y atrevidos son los amores jóvenes, a los que les falta o les sobra espacio para demostrarse y exhibirse.

"Desde el principio de abril, cuando Ulises conquistó la mano de Martina en lo alto del acantilado, hasta este momento en que el cuerpo de ella se le abría por completo en el interior de este aljibe natural ni Ulises ni Martina habían pronunciado una sola palabra de amor. Su silencio lo llenaba el deseo. El nudo que les ataba era solo la carne, sin ningún juramento y eso les bastaba para buscarse. Fue una sorpresa para ellos sentir que hablaban y gemían de forma inconexa, que emitían sonidos guturales incontrolados para acompañar el estertor de sus cuerpos. No se reconocían en esta naturaleza pero al finalizar aquel primer orgasmo compulsivo ambos experimentaron el primer vacío que les saciaba hasta el fondo de los sentidos."Pag 97.


El mar para Ulises Adsuara y Martina será principio y fin. Su vida individual y de pareja tendrá al mar como aliado, cómplice o verdugo. Ellos mismos acompasaran sus destinos al vaivén cíclico de las aguas y de los vientos.Uno de los juegos secretos de Ulises consistía en imaginarla desnuda. La ropa interior de Martina solía estar colgada en las cuerdas del tendedero determinados días de la semana. Entonces Ulises cerraba los ojos e imaginaba que el cuerpo de la chica se había escapado de esas prendas íntimas y andaba desnudo en medio del humo de la taberna entre los marineros." Pág. 48.


Desde la partida hasta el momento cumbre de su unión indisoluble los amantes viven al mar en cambio el mar, no se confía, y el hombre no habrá si es sabio de confiar del mar. Los amantes dejan la sabiduría entre los placeres de la piel. Al mar no le gustan los hombres, los seres humanos, por eso de cuando en cuando que los traga, más tarde los escupe. El mar nos invita a pasar dentro de él, a degustarlo, a sentir como sus tenues caricias o sus violentos arrebatos son la vida misma. Pero no nos quiere de huéspedes permanentes. Él deja pistas: el ciclo de las olas es el recorrido del hombre, ellas nacen, crecen, se reproducen y mueren en la orilla, es decir cuando apenas empezaban a vivir. Se extinguen porque el tiempo no les permite hacer más. La vida de cada ola, como la del ser humano es efímera, aunque por ello no ha de ser vacía. Llegará el momento en que sin importar la altura, ni la grandeza de la ola, o del personaje, todos, pero todos, al igual que olas arribaremos a la orilla que será el final del camino, desde el cual, se iniciara otra vuelta, para generar más vida desde la muerte, para resurgir desde la espuma salina que se desmaya en la playa. Los recuentos dirán si hemos o no arado en el mar.

El mar es como queda dicho vida y muerte y hacerse en él implica jugársela. Esa es la lección de libro. Hay que tomar partido. Hay que tomar decisiones. El mirar de lejos, el no mojarse los pies hace que no disfrutemos de él , ni de la sabia que por sus entrañas corre, ni del conocimiento que su profundidad envuelve, ni de los misterios que su energía entraña. Mar y amor, hacen una fórmula explosiva. Crean material delicioso pero peligroso más aún si lo pretenden tres. Los triángulos guardan sus propios misterios. Por ello resultan atractivos, sensuales y provocativos. En sí mismos constituyen desafíos para el entendimiento, la inteligencia, la razón o la sin razón. Tres pueden ser muchos cuando de amores se trata y demasiados e insoportables entre sí cuando las pasiones envuelven triángulos púbicos, lujuriosos y ardientes, amores incandescentes que no admiten más que a dos. Como el movimiento y el ritmo de las olas, de ida y vuelta. De entrada y salida. En equilibrio acompasado y lúbrico de a par se ha de disfrutar del amor. Romper este ritmo trae consecuencias cósmicas. Es apostar al todo o nada. Cada cual sabe lo que se juega. "Durante la comida Alberto le preguntó si había algo que él debía saber. Ante las evasivas de Martina su marido la miró con cierto rigor..
"-No me engañes. No podría soportarlo. Soy Capaz de hacer cualquier cosa por ti. ­dijo Alberto con la mano temblorosa sobre el cubierto del pescado." Soy capaz de matar a quien sea con tal de retenerte a mi lado. No olvides con quien estás casada--Lo tendré en cuenta cariño. No tienes nada que temer."Pag 206.


A "SON DE MAR" que aplicado en el ejercicio de la vida y de la muerte será al ritmo, al movimiento, a la voluntad, al sonido agradable, al cambio de criterio, a pretexto, según las circunstancias, en razón de, y más y más, de lo que el mar disponga, la pareja de la novela y ésta mismo desarrolla su drama. Tierra de naufragios es el mar. Y en la vida estos son fracasos o indicios de lo mismo. El libro nos cuenta de ellos. Como del poder del dinero que todo lo puede, pero que no todo lo tiene.Los poderosos que tienen de aliado al dinero, suelen menospreciar a los que comparten su vida con el conocimiento, que en el caso de Ulises Adsuara, era Mitología. Él, quien volvió de la muerte a revivir en su amada Martina los sueños que había perdido por una posición acomodada, fue menospreciado por lo que sabía. Lo fue por casi todos, hasta por el marido de ella. Martina al contrario de todos lo admiró y le sucedió lo que a tantas quien alguien las despierta del letargo que llevan por vivir sin amor. Es que hay muchas que en razón de la materia sienten poder tener todo y lo tienen, menos un amor completo, total, que las haga estremecer, vibrar con el universo, bramar como olas en tempestad, gritar en quejido incontenible al contacto epidérmico de unas manos que las recorran de proa a popa, de babor a estribor, de norte a sur, sin brújula, solo con buen viento, con la velocidad adecuada que les permita llegar a puerto, a ese puerto donde estallen en frenesí inolvidable que cause adicción. En ese terreno de la piel el dinero solo no tiene pasaporte. Hay tanto rico que solo ofrece dinero, y tantas mujeres que lo cambiarían por un poco de SON DE MAR..
"El cuerpo de Ulises Adsuara apareció flotando en la bahía un domingo de Agosto a las dos de la tarde cuando la playa estaba llena de gente. Las olas, que en ese momento eran suaves, lo fueron sacado a tierra boca arriba desde alta mar."Pag 9.


Martina y Ulises eran un solo cuerpo. Que pasó con ella. "SON DE MAR" fue su nido de amor. El Mediterráneo está allí para que usted se atreva en el. Embárquese en la lectura de este libro, recórralo a su ritmo, que llegará sano y salvo. Solo una recomendación cerciórese del tiempo.