POESÌA DE UNA MUJER IRREPETIBLE. Biblioteca Domingo, 27 de Marzo de 2011 OSWALDO PAZ Y MIÑO J. Se escribe esta reseña el Día de la Poesía y va dedicada exactamente a una mujer poeta. Se trata del tomo 19 de la colección Escritores de Quito, publicada por el Fondo de Salvamento del Ayuntamiento quiteño, y el editor de toda la obra es Patricio Herrera Crespo, quien en el texto analizado dice: “parafraseando a Nela Martínez” –al referirse a la muerte de Raquel Verdesoto Salgado–: “Se acalló su voz de maestra y se quedó sin movimiento su mano de escritora”. Una sentencia triste en la intención de un homenaje. Sí, es dolorosa la mención de Patricio y con ella no convenimos porque mientras la voz de un maestro se replique en sus aprendices este no habrá muerto y mientras las palabras de un escritor tengan eco en los lectores este vivirá. Las personas pasan a la vida eterna, que es la verdadera muerte, cuando el olvido las envuelve. Raquel Verdesoto Salgado, por tanto, vive a los 100 años de su nacimiento, aunque haya partido de entre los humanos un 27 de mayo de 1999. La quiero homenajear sin el honroso apellido de casada –esa mi licencia– a sabiendas de que su cónyuge ha sido un ecuatoriano valioso, con la certeza de que los saberes de la maestra y escritora, lo grandioso de su trabajo y la luz de su poesía, requieren su nombre propio, un membrete particular y un homenaje independiente. El volumen lleva el apunte de que por dentro bullen los poemas de la serie ‘Sin mandamiento’, publicados por primera ocasión en 1934, lo que ya es un regalo para los lectores, lo ha sido para mí y lo comparto (ver recuadro adjunto). Poesía escogida. Recuerdo a Federico García Lorca quien decía: “Todas las cosas tienen su misterio, y la poesía es el misterio que tiene todas las cosas”. Aspiro a que los editores pongan sin demora al poético y biográfico cuaderno en las librerías, con el anhelo de que ustedes, lectores, apuren el paso a buscarlo, sobre todo aquellos que se decantan por la poesía magistral, por los versos que superan al tiempo y mantienen a los bardos vigentes. El prólogo será para los ‘letrívoros’ un deleite añadido, no solo porque Raúl Pérez Torres escribe con arte, sino porque se esmera en la exposición de datos y sentimientos: “Siempre la miraba caminar por los pasillos de la Universidad Central, llevando a sus libros con la misma ternura con que la madre arropa a sus hijos, serena, hierática, fina, presta a la sonrisa y al consejo.” (Pág. 9) Raquel Verdesoto Salgado fue mujer progresista, dicho de otra manera, solidaria, preocupada por los temas fundamentales de los menos poseídos. Maestra de libertades, su pensamiento político no aupó la castración de opiniones ajenas. Donde existen poemas En mis velos, transparencias de amor que no se palpan por las distancias empedernidas, y murientes. En el edén de tu boca un movimiento sísmico en comedia. ¡Hermano! de vendimias, las más espirituales, descolgué de tus pasos las rimas que se trizan. Cien esquelas, como Arca de Noé salvaron a mis versos del Diluvio. Un día me dijeron seremos bambalinas de algún guiñol dramático, Antañón, de exorcismos... El esguince asesino se rompió en estallidos. Luego... Yo tomé en mis angustias toda una contrición... (Pág. 39) Datos biográficos Ana María Raquel Verdesoto Salgado ° Nace en Ambato el 16 de noviembre de 1910, hija del teniente coronel Don Francisco Verdesoto Murillo y de Doña Lucila Salgado Hidalgo. La labor que más honró, la de ser maestra. Respetó siempre la dimensión y sublimidad de esta misión. Consideraba que el objetivo primordial del maestro y del escritor es el transmitir a las nuevas generaciones la pasión por la defensa de la vida y el sentido de los verdaderos y perdurables valores. Raquel Verdesoto Salgado, casada con el profesor Miguel Ángel Romo Dávila, con quien compartía el amor por las letras y la libertad, nunca logró superar el vacío de su separación final; sin él su lucha había concluido. Pocos años después, el 27 de mayo de 1999, “emprendió presurosa” el viaje que habría de reunirlos para siempre.