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domingo, 25 de julio de 2010

Los libros del Gran Dictador.

Los libros del Gran Dictador : Biblioteca : La Hora

RESEÑA ENSAYÍSTICA

OSWALDO PAZ Y MIÑO J.

José María Aznar, en cartas a un joven español de editorial Planeta, casa que publica también la obra Los libros del Gran Dictador, que impulsa esta reseña, establece que los totalitaristas “son expansionistas” que acometen contra las sociedades abiertas “que son sus objetivos principales” y añade: “Enfrentarse a una ideología totalitaria plantea, en realidad, un único problema: la determinación”.

Y eso sí que ha tenido el héroe de la resistencia cubana, el periodista Guillermo Fariñas, que le ha plantado cara a la dictadura de la familia Castro. Su sacrificio ha servido para la excarcelación de 20 presos de conciencia, exiliados ahora en España, desde donde le cuentan y le previenen al mundo libre sobre los horrores vividos. Se ha puesto encima del tapete la legislación que transcribimos, perversa, cavernaria y vigente en Cuba, óptima para suprimir la Libertad de expresión ciudadana, desde una figura jurídica abominable: el predelito.

“Artículo 72. Se considera estado peligroso la especial proclividad en que se halla una persona para cometer delitos, demostrada por la conducta que observa en contradicción manifiesta con las normas de la moral socialista”.
“Artículo 76.1. Las medidas de seguridad pueden decretarse para prevenir la comisión de delitos o con motivo de la comisión de estos. En el primer caso se denominan medidas de seguridad predelictivas, y en el segundo, medidas de seguridad post-delictivas”.

“Artículo 103.1. Incurre en sanción de privación de libertad de uno a ocho años el que: a) incite contra el orden social, la solidaridad internacional o el Estado socialista, mediante la propaganda oral o escrita o en cualquier otra forma; b) confeccione, distribuya o posea propaganda del carácter mencionado en el inciso anterior”.

Hitler tenía entre sus divertimentos quemar libros. Los judíos, sus principales víctimas, dan fe de ello pues arrasó con sus bibliotecas. De otra parte, libros de cabecera que se le han encontrado alimentaron su odio antisemita y su afán de revancha con ciertos países, pues le dolía siempre el Tratado de Versalles. Encontró fundamentos en autores radicales, por ejemplo, en el norteamericano Madison Grant, autor de La muerte de la gran raza, para radicalizar su patología racista, su creencia en las razas perfectas o superiores y en la selección de la especie, para lo cual pasó por torcer la teoría de Darwin.

El historiador y periodista, aunque esto le pique a algunos, Timothy W. Ryback, buceando en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos de América y en la Biblioteca John Hay, seleccionó de la biblioteca personal de Hitler, libros y textos, marginalias y documentos varios, para mostrar un perfil más claro del asesino dictador, desde una página de su vida poco conocida: la de su relación con los libros.

Interesante trabajo, 328 páginas y la lista de Los libros del Gran Dictador. Necesario para formular cuestionamientos. Entre los dictadores, de unos se sabe que algo han leído, de otros o aprendices de estos, que leen temas de farándula, biografías de cantautores y que tienen escritores mercenarios que les hacen libros para que los déspotas se sientan intelectuales, con el hecho de poner la firma en obra de otro. Y es que entre esta “mala raza” que son los dictadores hay todo tipo de farsantes.