El avión presidencial, un gasto inoportuno
Es poco explicable que se concrete la compra de un avión que este momento no resulta indispensable y que tendrá limitaciones en su uso.
Por Editorial Diario El Comercio
Si bien se había previsto en otra situación fiscal, el gasto de USD 30,3 millones para la compra del avión presidencial resulta llamativo, por decir lo menos, en un momento de crisis generalizada y que en el caso ecuatoriano seguramente se agravará a consecuencia de las decisiones sobre la deuda externa.Los argumentos gubernamentales sobre la necesidad de un avión seguro y con suficiente autonomía son relativos, cuando aún se cuenta con un avión operativo por dos años más, y cuando los recursos deberán priorizarse frente a la escasez de ingresos y de crédito internacional.El Legacy 600 no servirá para varias pistas nacionales, lo cual implicará que deberán seguirse usando otras naves para viajes internos. En efecto, el avión necesita una pista de 1 691 metros de longitud para aterrizar, lo cual deja fuera a los aeropuertos de Riobamba, Santo Domingo, Macará, Tena e Isabela, entre otros.Al mismo tiempo, su autonomía de vuelo y su capacidad -13 pasajeros- tampoco parecen las más adecuadas para cumplir el objetivo de descubrir nuevos socios comerciales y geopolíticos, como en el caso de Irán y Libia, adonde se desplazó una comitiva de 90 personas. Se tendrá que usar aviones de Tame, lo cual contradice el argumento de que la compra se hizo para no perjudicar a esa empresa. Al mismo tiempo que se advierte a la población sobre sacrificios que pudieran resultar de la política antideuda decidida por el Gobierno -que habrá que sumar al efecto propio de la crisis financiera mundial-, es poco explicable que se concrete la compra de un avión que no es indispensable en este momento y que tendrá limitaciones en su uso.