DE AQUI EN ADELANTE DEDICATE A LEER

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MIENTRAS ESCRIBIMOS PARA TI

ESTE LUGAR ES UNA ESTANCIA DEDICADA A LA SOLEDAD Y AL PENSAMIENTO

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PARA VER LA VERDADERA LUZ, HAY QUE MORIR PRIMERO.

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Y TODO LO QUE CONSTA ES LEGIBLE TENDRÀS QUE USAR LOS SEIS SENTIDOS.

LA LECTURA ES UN PLACER. DISFRUTALO, TIENE QUE SER A SOLAS.

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ES "LA VITRINA DE LOS LIBROS Y AUTORES"

martes, 12 de agosto de 2008

LEER ES UN DERECHO HUMANO IRRENUNCIABLE. ALLI DONDE LOS PUEBLOS LEEN, LOS TIRANOS INTENTAN MATAR A LOS LIBROS Y LOS DESPOTAS TEMEN LA DEMOCRACIA.


EL LECTOR
ENSAYO: OSWALDO PAZ Y MIÑO J

Si 'leer' que del latino 'legëre' proviene, según la Real Academia Española de la Lengua es: "Pasar la vista por lo escrito o impreso, haciéndose cargo del valor y significación de los caracteres empleados, y pronunciando o no las palabras representados por estos caracteres." O, "Entender o interpretar un texto de este o del otro modo", podemos con rotundidad decir que todos los seres humanos sabemos por teoría y práctica, que de lecturas, es el ejercicio de la vida y de la supervivencia.

Sí, debemos ser lectores constantes para tropezar menos en los obstáculos que la naturaleza y los congéneres nos ponen en el camino. Habremos de tener los ojos bien abiertos. Aunque no tengamos ojos, para hacernos "cargo del valor y la significación de los caracteres" empleados por otros para nuestro bien o para nuestro mal.

De la misma manera esos otros, habrán de aguzar su vista, para entender o interpretar nuestros propios textos. Entonces, el juego de las relaciones está en como nos leemos los unos a los otros, aunque no haya letras de por medio.

Estamos todos equipados para mirar cuerpos y almas. Unos, más que otros, pero todos podemos, casi sin entrenamiento previo, leer: el amor, el peligro, la pasión, la ira, el conformismo, la esclavitud, el delirio, la envidia, la fe, la esperanza, la caridad, la gula, la mentira, el deseo, el tiempo, la juventud, la vejez, el arte, la venganza, la ausencia, el hambre, la lujuria, la traición, la ingratitud, la inopia, la alegría, la inmundicia, la tristeza, el desarraigo, la soledad, la impaciencia, la enfermedad, la tolerancia, la solidaridad, la pobreza de espíritu y la indigencia, la experiencia y la acechanza, la aptitud, la indiferencia, la vergüenza y el desamor y más.

Es claro que todos los vicios y todas las virtudes que tenemos adheridas son visibles y por lo tanto legibles. Son nuestra carta de presentación, más allá de cualquier máscara. Yo te leo, tú me lees, nosotros nos leemos, ellos nos leen. Aunque jamás nadie nos haya explicado que es una letra, o una silaba. Podemos distinguirnos entre unos y otros, capítulos enteros, a veces a primera vista.

'El lector', es la novela que ésta semana sugiere y comenta, 'La Vitrina de los Libros'. Como desde hace varios años ya. Una obra del escritor alemán Bernhard Schlink nacido en Bielefed en 1944, publicada por Compactos Anagrama en doscientas tres páginas que contienen el destino atado de dos personas: Michael de quince años y Hanna, ella, de treinta y seis.

Complementarios en la cama: el adolescente y la mujer madura, no llegan a descubrirse del todo. No pasan de los rituales de la necesaria desnudez física para los goces del amor y el sexo. Tiempo y espacio compartido en el catre, no es suficiente para que los amantes hayan podido descodificarse mutuamente.

Lleva las de perder, el menor, el inexperto, aquel, que ella, utiliza, para que sobre su cuerpo: con especiales acentos, como buen amante, lea: los adentros de su boca, el suave y húmedo surco de su pubis, la línea de su espalda, que al final del recorrido se bifurca para crear curvas y recovecos aromatizados, y más, para que él, le lea, a ella, a su corazón y mente: literatura para que le susurre, poesía y le acompañe con la narrativa y el teatro, en el trance hacia el sueño.

Hanna era una lectora contumaz que no leía, solo escuchaba. Nada pasaba por sus ojos, ni boca propia. Jamás. Ocultó las razones de tal placer, a todos. Era parte de su misterio y de su sensualidad.

-"! Léemelo!
-Léelo tú misma, te lo traeré.
-Tienes una voz muy bonita, chiquillo. Me apetece más escucharte que leer yo sola.
-Ufno sé.
Pero al día siguiente, cuando fui a besarla, retiro la cara.
-Primero tienes que leerme algo.
Lo decía en serio. Tuve que leerle Emilia Galotti media hora entera antes de que ella me metiese en la ducha y luego en la cama. Ahora ya me había acostumbrado a las duchas y me gustaban. Pero con tanta lectura se me habían pasado las ganas. Para leer una obra de teatro de manera que los diferentes personajes sean reconocibles y tengan un poco de vida, hace falta un cierto grado de concentración. En la ducha me volvían las ganas. Lectura, ducha, amor y luego holgazanear un poco en la cama: ese era entonces el ritual de nuestros encuentros". Pág. 45.

Toda moneda tiene dos caras. Las personas siempre hacen un pasado. El de Hanna, que se que se había construido en los campos de concentración nazis, se volvió presente, cuando abandonó al mancebo, de pronto y sin razón aparente. Lo dejó sin considerar el cuerpo, el alma y las lecturas.
En la novela, como en el día a día, con la ruptura se instalan las intrigas. Las preguntas rompen su mutismo. Las lecciones brotan y los dolores recurren. Los recuerdos agobian. Los silencios truenan en los espacios huecos de las cárceles y en el turbio caudal de los procesos judiciales, apestan, las injusticias, las acusaciones falsas y los testigos no idóneos. La corrupción aflora. Solo se clama venganza.

¿Qué esconden las pieles y mentes de las personas amadas? ¿En que parte de la lectura, que de ellos hacíamos, se nos perdió la página? Sorpresas da la vida. ¿Hasta donde no saber leer es una afrenta? ¿Hasta que punto se puede mentir por dignidad y luego dar paso al suicidio? Es, 'El Lector', novela de respuestas contundentes y serias. Tres partes hacen el todo de una obra que se encumbra a ser un clásico. Literatura con perfiles de maestría.

"¿Hablar con Hanna? ¿Y que podía decirle? ¿Qué había descubierto la mentira de su vida? ¿Qué ella estaba a punto de sacrificar el resto de su vida en aras de esa estúpida mentira? ¿Qué la mentira no merecía semejante sacrificio? ¿Qué tenía que luchar por no pasarse en la cárcel más tiempo del imprescindible, para poder hacer luego algo nuevo con su vida? ¿Qué iba a hacer ella con su vida después de la cárcel? ¿Tenía derecho a privarla de la mentira de su vida sin ofrecerle a cambio una alternativa de futuro? No se me ocurría ninguna a largo plazo, y tampoco me veía capaz de plantarme delante de ella y decirle que después de lo que había hecho en la guerra, era justo que, de momento, y por unos cuantos años más se pudriera en la cárcel. No me veía capaz siquiera de acudir a ella." Pág. 135.

'El lector', que nos acompaña en el comentario de la novela de nuestra portada, coincidirá con nosotros en que el aprender a leer es un derecho humano. Una obligación de los Estados erradicar el analfabetismo. Una tarea de todos propagar la lectura para el crecimiento de los pueblos. La lectura es nuestra personal 'leit motiv', en esta propuesta cultural semanal, desde este Diario Quiteño. 'La Hora'.


La Hora 2005 - Quito - Ecuador