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domingo, 22 de mayo de 2011

EL HOMBRE QUE PLANTABA ÀRBOLES.

Biblioteca: UN TOMO EXCEPCIONAL. EL LIBRO RECOMENDADO DE LA SEMANA: LOS LECTORES QUE NOS SIGUEN HAN DE TENERLO PRONTO.
EL HOMBRE QUE PLANTABA ÀRBOLES.
UNA PIEZA MAGISTRAL.- LECTURA INDISPENSABLE.

Sembrador de esperanzas. Leerlo pronto.
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Domingo, 22 de Mayo de 2011

RESEÑA ENSAYÌSTCA

OSWALDO PAZ Y MIÑO J.

José Saramago, en su obra ‘Las pequeñas memorias’, recuerda conmovido el instante en que su abuelo, consumido por la edad y la enfermedad, abandonando su estancia de toda la vida, se tomó el tiempo necesario para despedirse de sus amigos árboles, abrazándose a ellos uno a uno.

Como lector, confieso que marcó más mi amor por estos seres vivos, maravillosos y, cuando tuve la primera oportunidad de salir con mi ‘colega’ y nieto Oswaldo José a dar una vuelta por las contaminadas calles que nos rodean, lo llevé a que se presentara y agradeciera a un magnífico árbol, a un gigante, que permanece vivo todavía frente a la entrada del edificio de Ciespal, en la Avenida Diego de Almagro de nuestra cada vez más tóxica, agredida e indefensa ciudad. Una urbe que sola se bate contra los políticos que no la quieren y contra los envidiosos que la acosan en sus tradiciones fundamentales.

Los ciudadanos han de salir por sus fueros para que se la respete, ante el silencio de los que tienen que hacerlo por tarea. Mi nieto, que a la sazón tenía cerca de 9 meses y ahora dobla tal edad, con frecuencia saluda al “viejo amigo árbol”, como le llama, con un abrazo grande, todo lo grande que le permiten sus pequeños y amorosos brazos. Y es que el gigante es un universo en el que viven otras especies de plantas y cientos de avecitas.

Cuando comentamos ‘La vida privada de los árboles’, una preciosidad de libro del chileno Carlos Zambra, defendíamos del destino de muerte que había preparado el Ayuntamiento de Quito a las antiguas, necesarias, solemnes y serias palmeras que mitigan el daño de los malos aires a la ciudad en la zona de la ‘Diego de Almagro’.

Heroínas de melenas sabias, que son atacadas de forma inclemente por los abusivos buses que corren a su vera, poniendo en peligro la existencia de seres humanos que transitan a pie o en vehículos pequeños, esas colosales plantas viven el sacrificio, la muerte lenta, del smog. Más allá del jardín, el bosque.

La historia de ‘El hombre que plantaba árboles’ es la de un parco, solitario, tenaz y sabio pastor que cambió su mundo sembrando vida a su alrededor. Del escritor francés Jean Giono, se trata de una obra maestra prensada en 62 inolvidables páginas, publicadas en primera edición en Italia, en febrero de 2011 por Duomo-nefelibata.

El protagonista Elzeard Bouffier, más allá de conducir rebaños –lo que al final es fácil, tanto que hay pueblos que parecen tales– tuvo el tino y el talento de plantar árboles allí donde la tierra era polvo insano. En la Provenza, un humano obró el milagro, un benefactor y soñador, entre las dos guerras mundiales, inició su obra y contempló sus frutos. Nunca reclamó para sí ningún mérito. Donde hubo desierto, campo propicio para que el sol descargue su furia, el sembrador de esperanzas creó vida desde la vida para todas las vidas.

“Sembró, aró y esperó”. Cosechó la ingratitud y la indiferencia. Otros se apropiaron de su obra y del color verde para hacer política, mentir y abusar del poder. Pero eso es historia que conocemos. Y es basura ante el maravilloso tomo que dejamos en vuestras manos.


Datos biográficos
Jean Giono

Manosque (1895-1970). Escritor francés cuya obra novelesca se desarrolla en gran parte en el ámbito campesino de Provenza. Inspirada por su imaginación y su visión de la Grecia antigua, describe la condición humana frente a los problemas de la moral y la metafísica y tiene una relevancia universal. No es solo el escritor regionalista que se pudiera creer. Autodidacto, fue el amigo de Lucien Jacques, de André Gide y de Jean Guéhenno. Sin embargo, se mantuvo al margen de los corrientes de la literatura de su tiempo. En vida fue considerado como uno de los escritores más grandes del siglo XX por autoridades como André Malraux y Henri Peyre.


OSWALDO PAZ Y MIÑO J
DERECHOS RESERVADOS-PROTEGIDOS
DIARIO LA HORA QUITO ECUADOR.
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