DE AQUI EN ADELANTE DEDICATE A LEER

DE AQUI EN ADELANTE DEDICATE A LEER
MIENTRAS ESCRIBIMOS PARA TI

ESTE LUGAR ES UNA ESTANCIA DEDICADA A LA SOLEDAD Y AL PENSAMIENTO

ESTE LUGAR ES UNA ESTANCIA DEDICADA A LA SOLEDAD Y AL PENSAMIENTO
PARA VER LA VERDADERA LUZ, HAY QUE MORIR PRIMERO.

NO LE DES MÁS VUELTAS ESTE BLOG ES UN:

NO LE DES MÁS VUELTAS ESTE BLOG  ES UN:
Y TODO LO QUE CONSTA ES LEGIBLE TENDRÀS QUE USAR LOS SEIS SENTIDOS.

LA LECTURA ES UN PLACER. DISFRUTALO, TIENE QUE SER A SOLAS.

LA LECTURA ES UN PLACER. DISFRUTALO, TIENE QUE SER A SOLAS.
ES "LA VITRINA DE LOS LIBROS Y AUTORES"

domingo, 22 de agosto de 2010

Razones para vivir y morir : Biblioteca : La Hora


MI SUICIDIO. UNA OBRA MAGISTRAL. LA BITÁCORA REAL DE UN SUICIDA.

OSWALDO PAZ Y MIÑO J.

Para que en la bitácora suya y mía amigo lector quede registrado, ésta es la reseña número 400 que compartimos. Dicho de otra manera, hemos leído, escrito y publicado para vosotros sobre tal número de libros, títulos y autores. Ha sido posible este trabajo cultural dada la apertura total del Diario La Hora y su política efectiva y práctica de libertad de expresión.

Ya que de repasos estamos, hace 55 años un día como hoy en que el ‘Voceador de lecturas’ que suscribe esta crónica fue convocado al mundo, sin saberlo, y saldrá de él, quizá, señalándose fecha y hora.

La pequeña gran obra escogida es causal. Henri Roorda firma Mi suicidio y dice:

“Voy a matarme pronto. No merezco este castigo. Estoy seguro de que he tenido los pensamientos despreciables que la mayoría de esos buenos ciudadanos que triunfan y que jamás pensarán en suicidarse. Los hermosos versos que me recitaba a mí mismo teñían de pureza mi espíritu. Todos los días me han procurado un minuto de emoción. ¡Ay, yo bien quisiera seguir en la Tierra! Amo enormemente la vida. Pero para gozar del espectáculo hay que ocupar una buena butaca. Y en la Tierra la mayoría de las butacas son malas. Aunque es verdad que, en general, los espectadores no son muy difíciles de contentar”. (Pág. 51)

El autor, antes de dar el paso definitivo, legó para los que le sucedían un manuscrito en el que se deja constancia de todas las desgarraduras de la vida, que pueden impulsar a un ser a cortarla de raíz y de mano propia. Han acudido a mi mente valientes que dieron el salto al abismo preparando hasta el escenario, seres a los que no les tembló la mano: Sandor Maraí, Ernest Hemingway, César Dávila Andrade, Frida Kahlo y el propio Henri Roorda, cuyas circunstancias constan en la publicación de la editorial Trama, colección Largo Recorrido, que proponemos en esta fecha.

“El que no puede ya vivir sano tiene el deber de honor de matarse”, decía Nietzsche y creemos que no se refería sólo a la sanidad físic ni a la presencia de enfermedad corporal. Hay dolores del alma que son realmente insoportables que deben cortarse a tiempo: la soledad de la ingratitud, la humillación cuando viene aparejada con la vejez, la invalidez del cuerpo sometida a la crueldad e impaciencia de manos ajenas por cuyas venas corre asco y mala voluntad.

Cristo, que sabía que iba a ser entregado y muerto, no dio un paso atrás para la perfecta consumación de su suicidio profetizado y en la cena final dijo: “Haced esto en memoria mía”. Por la mente de un suicida pasa siempre el mensaje del Maestro.

La vida no ha de ser una condena. La muerte tampoco. Es derecho de los hombres procurarse una salida digna, en cualquier instante del recorrido cuando el laberinto en el que vive es invivible.

Mi suicidio es la narrativa previa a un acto de libertad suprema. No encontraréis letras autocompasivas, sí reflexiones sobre la necesidad de excluirse cuando la vejez agobia, los recursos se han agotado y la indignidad toca la puerta.

La hipocresía rodea al sacrificio personal. “Los suicidas se matan, pero nunca mueren del todo. Sobreviven en la conciencia de quienes sobreviven...como una venganza”, dijo Almudena Grandes.

Biografía

Henry Roorda

Profesor de matemáticas y autor de diversos ensayos de carácter pedagógico y filosófico nació en Lausana en 1870.

Alcanzó gran prestigio en ambientes intelectuales con obras como ‘Mon internationalisme sentimental. Le débourrage des cránes est-il possible?’ y ‘Le pédagogue náime pas les enfants’. Sus escritos constituyeron un irónico compendio de la estupidez humana que, sin embargo, destilan un profundo sentido de solidaridad. En noviembre de 1925 decidió poner fin a su vida.