
RESEÑA ENSAYÍSTICA
ARTES / CULTURA
La ciénega definitiva
24 de Mayo de 2009
OSWALDO PAZ Y MIÑO J
ARTES / CULTURA
La ciénega definitiva
24 de Mayo de 2009
OSWALDO PAZ Y MIÑO J
PARA REVISTA CULTURAL ARTES DE DIARIO LA HORA
QUITO ECUADOR
. “Tan copiosamente llovió, que todos los puercos quedaron limpios y todos los hombres embarrados” Lichtenberg.
El monólogo de un ser en fuga. La ciénega el laberinto, que lo acoge, y el espejo en que se mira. Dualidad.
El humedal puede ser el principio y el fin. El contemplador, personaje de Giorgio Manganelli en la novela que os presento, me ha traído a la mente el magnífico cuadro ‘El gran masturbador’ de Salvador Dalí, que tuve la oportunidad de admirar, en el Museo de Arte Reina Sofía en Madrid.
Al escritor y al pintor les fue familiar la huella del surrealismo, y los dos bebieron de la magnífica e inagotable sabia de la metafísica. Los dos han revelado sus verdades, y expuesto sus artes autobiográficas, sin recato y con impudicia al mundo.
El lector frente a un hombre en la mitad de la nada.
Instalado en una casa flotante, desnuda. Rodeado de vida y de muerte, mirando desde el balcón del inconsciente y observando del mundo “suicidios ejemplares”, primaveras sombrías, dones, vibraciones de la memoria y respiros del olvido, voces del cielo, poemas de los muertos, quejidos de las tumbas, gemidos de las vulvas, agonías y éxtasis y al alimón la belleza y la peste.
Instalado en una casa flotante, desnuda. Rodeado de vida y de muerte, mirando desde el balcón del inconsciente y observando del mundo “suicidios ejemplares”, primaveras sombrías, dones, vibraciones de la memoria y respiros del olvido, voces del cielo, poemas de los muertos, quejidos de las tumbas, gemidos de las vulvas, agonías y éxtasis y al alimón la belleza y la peste.
Del pantano se esparcen estímulos para todos los sentidos. Efluvios que se enrarecen ante la presencia de la niebla. La mente, que instala imágenes difusas. La dualidad concreta. La relatividad por tanto. El cielo y el infierno en la ciénega, a la vez.
El hombre es mujer y ella es él. El pecado y la virtud de la mano. El cuerpo humano: placer y dolor. La muerte da paso a la vida. La marisma tiene todos los secretos. El castigo y el premio provienen de un mismo útero, de un mismo esfínter. De una misma evacuación.
La ciénaga, un cuerpo de agua con circulación en dos estaciones inversas. Son los estados del hombre. Las etapas de abundancia y sequía. La vida en su recorrido infatigable hacia la muerte. La salud y la enfermedad. El bien y el mal. La libertad física y moral. La esclavitud lejana de la virtud es libertad de expresión. Noventa y ocho páginas de gran literatura, publicadas por Siruela.
El escritor es un mago de la metamorfosis, sobre todo con la ambigüedad, ésa que deja ver los pantanos siempre iguales, cuando la realidad es que cambian en cuestión de segundos. Es decir nada es lo que parece. Aplicado al trajinar humano: las apariencias engañan. El odio es en realidad amor. Y el amor es un odio benigno. Todas las líneas están llenas de simbología. La conciencia de cada quien es su infierno particular. Que alguien se atreva a lanzar la primera piedra. Ahora que se desparrama la tempestad.
En el texto…“La ciénega se despliega como nacida de un axioma coprolálico, y la contemplo sin miedo, sin veneración, sin esperanza, como algo que me es semejante, puesto que si un dios esfínter la ha generado, yo mismo ¿no habré sido generado de igual manera, no acabaré por ser devuelto a mi naturaleza de excremento, pero excremento del esfínter divino, salido de la nada? Pág. 45.
BiografíaGiorgio Manganelli Escritor italiano (Milán, 15 noviembre 1922 - Roma, 28 mayo 1990) que ejerció también extensamente como crítico, periodista, ensayista y traductor, y que junto con Umberto Eco, Edoardo Sanguinetti y otros es una de las principales figuras surgidas de la Neoavanguardia y el Gruppo 63, corrientes literarias italianas de la segunda mitad del siglo XX.El protagonista de sus obras de ficción es ante todo el propio lenguaje: Manganelli desarrolló una prosa barroca y riquísima, difícil pero rigurosa y absorbente. Estilista implacable y de una imaginación desbordante, se le ha comparado en ocasiones con Italo Calvino, Borges y Samuel Beckett. Murió en 1990, dejando sobre su mesa de trabajo el manuscrito de La ciénaga definitiva, una de sus mejores y más desesperanzadas obras, que se publicó de manera póstuma.