La Extraña
Otro comentario ha quedado listo para entrar a la rotativa. Que aguarde, pues el giro ha merecido la pena. Hacía tiempo que no leíamos a Sándor Márai, escritor por el que sentimos especialísimos afectos, unos que se originan en su magistral literatura y otros en su dolorosa vida. Fue el húngaro una de las miles de víctimas de esos regímenes totalitarios, que fungen de corderos y llevan lobo y hiel por dentro. De esos que ahora intentan tomarse algunos países de América Latina en nombre de los cambios sociales. Iguales argumentos, con distinto color, usaron los nazis y refrescaron los rusos, estatistas y estatizantes. Los dos bandos, fascistas y comunistas, intentaron sin éxito matar al hombre y a sus ideas. Lo que no pudieron. Marai aprendió en el camino y se retiró de la vida cuando a él se le pegó la gana. No pudieron ganarle los tiranos, los intolerantes, los vanidosos ni los que hicieron del poder el vicio más asqueroso.
La Extraña ha llegado sin ser llamada, para cambiarle la vida a un hombre. Para torcer su predecible destino. Para poner en orden sus sentimientos y pasiones. Salamandra, en su colección narrativa, ha recuperado otra obra de Márai, en la que los lectores van a encontrar espejos en que mirarse. Sí, sobre todo aquellos que transiten por los primeros cincuenta, ellos y ellas, que le han perdido la fe, el gusto, el sentido, a la existencia y han empezado a buscar la puerta de salida, sin percatarse que apenas ha comenzado la función. Que se ha entrado en la "juventud de la madurez."Y que es por tanto una edad iniciática. Que todos necesitaremos tarde o temprano de un ser extraño que nos traslade de la oscuridad a la luz. De la ignorancia al conocimiento. De la agonía de las rutinas al inmortal mundo de las pasiones eternas. Esas que no se consumen como el cuerpo, sino con el cuerpo, la mente, el espíritu. Entre rituales que no se aprenden en la juventud, que requieren maestrías para poder ser entendidos.
Bizarros encuentros propone ‘La Extraña’, que no es otra que la vida, opuesta a la lenta muerte, que representa todo aquello que nos es conocido hasta el tedio, aburrido hasta el sueño.No es ‘La Extraña’ una novela para pacatos ni para abstemios de amor. No. Tampoco para aquellos que ya se retiraron a sus cuarteles de invierno y desde la ociosidad dejaron a sus pasiones colgadas en el limbo. No. Esta novela se ha escrito desde la duda constante, desde el recuerdo permanente, desde la lucha contra el tiempo, desde el afán de vivir hasta la última gota de todos los efluvios que genera el cuerpo.
Y si es con otros cuerpos, mejor. Está escrita para rebeldes, para transgresores, para hombres y mujeres que creen que pueden aún ser amantes, amados e hirientes, y heridos por todos los costados de sus pieles.‘La Extraña’ es una querida sin edad. De esas que odia y envidia la sociedad. Una mujer espontánea, de todos y de nadie. Una que exhibe y que a su voyeur mima. Una que concede, domina y calla, y gime y gana. Una que ofrece todo. Y por la que alguien se queda en nada. Una es ‘La Extraña’, rubia, que sabe como y cabalga. Es felicidad y trampa. Soledad y desgracia.Propicia la ocasión para romper moldes y atreverse.
‘La Extraña’ nunca cita dos veces.
"Hay que tener cuidado con las mujeres desconocidas, se dijo con sensatez. Eso le chocó. Pero para que haya una aventura se necesita una aventurera. Y un aventurero. "Ahora volvió a ver el círculo con toda claridad, todo estaba en su lugar: el pasillo del hotel, la puerta desconocida a la que llama él en busca de aventuras". Pág. 103
BIOGRAFÍASándor Márai nació en 1900 en Kassa, pequeña ciudad húngara que hoy pertenece 
a Eslovaquia. Pasó un periodo de exilio voluntario en Europa durante el régimen de Horthy en los años veinte, hasta que abandonó definitivamente su país en 1948 con la llegada del régimen comunista y emigró a Estados Unidos. La subsiguiente prohibición de su obra en Hungría hizo caer en el olvido a quien en ese momento estaba considerado uno de los escritores más importantes de la literatura centroeuropea. Así, habría que esperar varios decenios, hasta el ocaso del comunismo, para que este extraordinario escritor fuese redescubierto en su país y en el mundo entero. Sándor Márai se quitó la vida en 1989 en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín.Autor de, entre otras, ‘Divorcio en Buda’ y ‘El último encuentro’ (novelas) y ‘¡Tierra, tierra!’ (memorias).
a Eslovaquia. Pasó un periodo de exilio voluntario en Europa durante el régimen de Horthy en los años veinte, hasta que abandonó definitivamente su país en 1948 con la llegada del régimen comunista y emigró a Estados Unidos. La subsiguiente prohibición de su obra en Hungría hizo caer en el olvido a quien en ese momento estaba considerado uno de los escritores más importantes de la literatura centroeuropea. Así, habría que esperar varios decenios, hasta el ocaso del comunismo, para que este extraordinario escritor fuese redescubierto en su país y en el mundo entero. Sándor Márai se quitó la vida en 1989 en San Diego, California, pocos meses antes de la caída del muro de Berlín.Autor de, entre otras, ‘Divorcio en Buda’ y ‘El último encuentro’ (novelas) y ‘¡Tierra, tierra!’ (memorias).