Semana del 21 al 27 de septiembre del 2002
EL CABALLERO DEL JUBON AMARILLO
Comentario: Oswaldo Paz y Miño J
Hemos dejado atrás la Semana Mayor. No hemos santificado nada. No está en nuestra piel hacerlo. Lejos estamos de los altares y los dogmas. Como distantes están ellos de la causa de los pobres. Del mensaje de Cristo. De la razón de su sacrificio: El prójimo. Entre horas y entre tiempos, varios libros nos ha fortalecido con su presencia. A ellos hemos acudido para sosegar ciertas angustias y disimular los vacíos. Alquímicos efectos tiene la lectura. Los estados de ánimo pueden transformarse, por el solo hecho de habernos deslizado entre unas letras. Por leer es factible vivir diversos trances en cuestión de minutos. Todo depende de los sentidos. Del como esté nuestro espíritu en determinado instante. Unas cuantas líneas, nos puede llevar a la depresión fulminante o al éxtasis maravilloso. A la sintonía universal, al orgasmo infinito. Todo esto puede suceder y sucede si se está leyendo.Y en esta línea, y bajo la fe de que, lo que está escrito entra por los ojos. Esta semana nos ha seducido una obra de aventuras. Un libro para todo público, precioso en el fondo y en la forma. Arte desde nuestro punto de vista, por los cuatro costados.
Un Hidalgo Texto, de la Casa Editora Alfaguara, prensado en trescientas cincuenta y tres páginas que contienen la quinta etapa de las AVENTURAS DEL CAPITÁN DIEGO ALATRISTE, del Escritor Español, cartagenero nacido en 1951, Arturo Pérez Reverte".
Un bien parido manuscrito. Letras de buena Ley. El tomo de marras: 'EL CABALLERO DEL JUBÓN AMARILLO' es el Quinto volumen de una serie de caballería que integran también: 'EL CAPITÁN ALATRISTE'; 'LIMPIEZA DE SANGRE'; 'EL SOL DE BREDA' y 'EL ORO DEL REY'.
Está lleno el conjunto: de historia y más."La reina era bellísima. Y francesa. Hija del gran Enrique IV el Bearnés, tenía veinte y tres años, clara la tez y un hoyuelo en la barbilla. Su acento era tan encantador como su aspecto, sobre todo cuando se esforzaba en pronunciar las erres frunciendo el ceño, aplicada, cortés, que su majestad llena de finura e inteligencia. Saltaba a la vista que había nacido para el trono; y aunque extranjera de origen, reinaba tan lealmente española como su cuñada Ana de Austria- la hermana de nuestro cuarto Felipe. Desposada con Luis XIII, lo hacia en su patria adoptiva Francia". Pág. 74.
Y en la historia, los personajes. Lo selecto en la cultura de esa época. 1726. De la mano de Pérez Reverte Arturo, estrechamos las nuestras con: Don Francisco de Quevedo; y su odiado rival Don Luis de Góngora; el ya mencionado Felipe IV; con Pedro Calderón de la Barca; Ambrosio D Spinola; Lope de Vega; y Téllez Gabriel, mejor conocido por nosotros por su pseudónimo:_ Tirso de Molina. Entre varios otros eternos de las letras y el pensamiento humano.'EL CABALLERO DEL JUBÓN AMARILLO', es más que un libro. Es un deleite. Una estancia en el arte. Un repaso del Teatro y de la vida. Un resuello de cierta poesía. Una participación en la comedía, del día a día. Una forma añeja y vigente de sobrevivir. Un testimonio de esa singular y clásica etapa transcurrida en la tierra a la que llamamos 'Madre Patria' todavía. En esa, la España, eterna y también querida. Una parada de cercanías en ese suelo, que cuajó la que ya en el tiempo sería nuestra lengua. Nuestro mejor tesoro. Su mayor legado. Si, la narrativa nos relata de lo que sucedía en Patria del Capitán Alatriste. Aquella en la que un tiempo jamás se oculto el Sol, y que ahora, y siempre tiene y tendrá mucho que contar.
"Como en cierta ocasión me dijo el capitán Alatriste, durante un motín cerca de Breda- "tu rey es tu rey", Felipe IV fue el monarca que el destino me dio, y no tuve otro. Lo que él encarnaba era lo único que conocimos los hombres de mi casta y de mi siglo. Nadie nos permitió escoger. Por eso mismo me seguí batiendo por él y le fui leal hasta su muerte, lo mismo en la inocencia de mi mocedad, en el desprecio de mi posterior lucidez y advenimiento, o en la piedad de mi madurez, mucho después: cuando, jefe de su guardia, lo vi, convertido en anciano precoz, doblegado por el peso de la derrota, los desengaños y los remordimientos, quebrantado por la ruina de su nación y los golpes de la vida; y yo mismo solía acompañarlo con otra escolta a el Escorial, donde pasaba largas horas sin despegar los labios, a solas en el fantasmal panteón que contenía los restos ilustres de sus antepasados: los reyes cuya magna herencia dilapido de modo tan miserable. Era mucha España, la que para nuestra desgracia, vino a caer sobre sus hombros". Pág. 268.
Dicho que ha sido y visto. Este libro es también muestra de lealtades. Es un reflejo transparente de los humanos y sus enormes afectos y desafectos. De esas pasiones que nos son irreductibles. Un 'recorderis' de los pecadillos de tramoya y de los sacrilegios y genocidios surgidos desde el púlpito. Un sensual derroche de amores provocativos y prohibidos. De tales que descargan sin razones y buscan desequilibrios para no sucumbir. Para no ver consumido su fuego. Su verdad elemental y corta, momentánea, lúbrica, pero verdad. Si, libro igual de rutas. De vías. De ascensos y descensos, por la tersura de los cuerpos de bellas y ardientes mujeres y, por los desiguales caminos de la piedra en bruto que son: el poder, el dinero, la fama, el éxito siempre coyuntural, la incultura, la bellaquería de los oportunistas, la lisonja de los lacayos, la demagogia y la traición de los políticos. Y los males de siempre: el fanatismo, la intolerancia, el dogma y la ambición.
"Luego quise volverme y golpear, pero fallaron mis fuerzas y caí de rodillas. Angélica me sujetaba por el pelo, obligándome a echar atrás la cabeza. Sentí correr la sangre por mi espalda, hasta las corvas, y luego el filo de la daga en mi cuello. Pensé, me va a degollar como un ternasco. O como a un cerdo. Me llevó de nuevo hasta la cama, a tirones de pelo, sin apartar la daga de mi garganta, haciendo que me tumbase de nuevo en ella, boca abajo. Después se sentó a horcajadas sobre mí, medio desnuda como estaba, sus muslos abiertos en torno a mi cintura, aprisionándola. Seguía asiéndome por el cabello con fuerza. Entonces, apartó la daga y sentí sus labios posarse en mi herida sangrante, acariciando sus bordes con la lengua, besándola como antes había besado mi boca". Pág. 290.
Lectura de la buena, lo decimos sin recelo. Respetamos siempre opiniones en contrario. Las diferencias permiten el ejercicio práctico de la tolerancia. El Capitán Diego Alatriste un personaje de excepción. Usted tiene la directa ocasión de comprobarlo. Que las pistas le sean útiles. Más, que nadie se lo cuente. Lea siempre. La vida es solamente una. En la eternidad quizá no haya imprentas.
La Hora 2002 - Quito - Ecuador
La Hora 2002 - Quito - Ecuador
