
ARTES / CULTURA
comentario: Dr. Oswaldo Paz y Miño J.
22 de Julio de 2007
Una pequeña gran novela publicada por Salamandra en duodécima edición. Ciento ochenta y ocho páginas conforman una triste, primorosa y emocionante pieza literaria escrita por Dai Sije, víctima y testigo de la barbarie que significó aquella oscura página de la historia llamada ‘Revolución Cultural’.1968. China había caído en manos de un ególatra terrible, y de una gavilla de asesinos, torturadores y facinerosos de la peor calaña, que se habían propuesto: “reeducar al pueblo”, bajo las “sagradas” enseñanzas del ‘Libro Rojo de Mao’, para lo cual la emprendieron en contra de los intelectuales, de los artistas y las artes en todas sus formas, de los escritores y de las letras. La inquisición se había clonado.
Y rezagos existen aún. Toda música, salvo la oficialista, fue censurada. La poesía prohibida. La narrativa proscrita. Por ser prácticas ociosas de “escritores y lectores burgueses”. Todo lo que llegaba de Occidente era material peligroso y reaccionario. Las bibliotecas fueron vetadas por temor a las conspiraciones. Y los libros quemados. Los clásicos de las letras y la pintura calcinados. Pisoteadas las sensibilidades humanas por las patas de los caballos de los uniformados comunistas. En la China de Mao la noche se volvió eterna. Allí, entre tanta infamia, sin luces de ningún tipo, salvo la que surgía de su mente, atrapados por el sistema, prohibidos de opinar, leer, pensar, informarse e informar, acompañados de un lastimado violín y de las siempre peligrosas partituras de Mozart y de un sui géneris reloj despertador, con el que manejaban su tiempo, y el ajeno, recalaron obligados, excluidos de la civilización, en ese vericueto del mundo llamado: la montaña el ‘Fénix del Cielo’, dos jóvenes, el autor y narrador de la novela de marras Dai y su amigo Lou, quienes lucharon sin prisa, pero sin pausa, contra el lavado cerebral al que se les quiso someter.Valientes, tozudos y rebeldes, los jóvenes resistieron a la dictadura y sus mañas. En su lucha por la supervivencia y no por causalidad, y sí para el asombro, coincidieron en los días largos de su destierro, por culpa del ‘Cuatrojos’ con un grupo de autores eternos: Balzac, Dumas, Stendhal y hasta con el mismísimo Cervantes. Y por gestión de los dioses con una bellísima costurera ávida de saberes. Peligrosa, como todas las mujeres.Desde el baúl de los Maestros a los chicos les fluyó el amor. Y las ideas de libertad. Y el resto de sensaciones y derechos humanos que a los dictadores y a sus malos aprendices en el mundo entero suelen perturbar. Por ello, en cada inconforme ven a un enemigo. En cada disidente a un sedicioso. En cada periodista libre un mentiroso, mediocre, o mafioso. Tácticas maoístas o hitlerianas. Autocracias que se sostienen en el miedo, la represión, el descrédito y la revancha, ejercidos en contra de quienes se atreven a pensar diferente y no se callan. Esos ‘librepensadores’ que se juegan la piel en el intento de vivir en democracia.
“-¿Y dónde están los libros?-Se hicieron humo. Fueron confiscados por los guardias rojos que los quemaron en público, sin compasión alguna, justo al pie de su edificio.Durante unos minutos fumamos en la oscuridad, tristemente silenciosos. Aquella historia de literatura me deprimía profundamente: no teníamos suerte. A la edad en la que habíamos podido leer de corrido, no quedaba ya nada para leer”. Pág. 58
BIOGRAFÍA Dai Sijie, nacido en 1954, es un cineasta y novelista chino que vive en Francia. Se le conoce sobre todo por su novela Le complexe de Di (El complejo de Di) que recibió el premio Fémina en 2003. Hijo de médico, entró en un colegio en 1969 con la ‘Revolución Cultural’ para que lo enviaran más tarde a un centro de reeducación escolar de 1971 a 1974.Trabajó en un instituto de provincias hasta la muerte del presidente Mao Zedong y se sacó unas oposiciones para entrar en la universidad, con otras oposiciones consiguió una beca para irse al extranjero y escogió Francia en 1984 para instalarse definitivamente. En 1954 ingresa en la universidad para cursar Historia del Arte y cuatro años después en una escuela de cine, donde obtiene una beca para estudiar en el extranjero. Llegado a Francia en 1984, descubre el cine europeo y queda muy impresionado por Buñuel, de quien adquiere ese matiz surrealista que se respira en sus obras.